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martes, 18 de noviembre de 2014

DEDICATORIA Y PROLOGO DE MI LIBRO "DESDE AQUELLA STRELITZIA"

A mis amigos que ya se fueron:

Abel Granillo
Juan José de Arteaga
Horacio Martínez Paz
        Alberto Novillo Saravia

A manera de prólogo

Conocí yo a Carlos Justino Caballero como quien se presenta a sí mismo con la credencial más verosímil, de la mejor manera humanamente posible: desde dentro.

 En un mundo sometido a los sobresaltos que procura el desencanto  escasean fundamentos sólidos en que asentar valores sustantivos.
   
Y es que la verdadera amistad no se afirma en términos de mera aproximación mutua sino en esa generosa entrega que solo los que saben transmitir ofrecen sin esperar nada a cambio.

Así es Carlos, un hombre íntegro y cabal. Y esta condición indiscutible invade una obra poética que se me antoja providencial por cuanto propicia y predispone el alma a un clima de sosiego y esperanza como mejor remedio contra el desaliento.

De casta le viene al galgo pues no en vano por sus venas corre la misma sangre del gran poeta cordobés Jorge Vocos Lescano al que le une, además de lazos familiares, un profundo e inexpugnable amor por sus raíces. Disfruten si no de su entrañable poema Recuerdo de un invierno o Mis nostalgias añosas.

O de la cuidada orfebrería terminológica para exaltar su confesada  vocación:

Estaba el dolor dentro del alma
etéreo, impalpable, pero cierto.
Pasaba al pecho y ya era carne,
podías tocarlo con los dedos.
Y de allí saltaba al verbo
buscando escapar en poesía./

¿Existe modo más conmovedor de dolerse en Poesía?

Médico de profesión supo conciliar el bisturí con la pluma de la mano de su hermana Marta Elena, Profesora y Licenciada en Letras Clásicas, a quien debe su feliz encuentro con las Musas. Poeta por sus cuatro costados, Marta Elena Caballero no solo le contagió el veneno del verso como expresión estética sino también como caja de resonancia, como correa de transmisión del avatar humano. Me consta su gratitud infinita.

Su lírica, siempre sutil y siempre sugerente transporta al lector a universos interiores insospechados cuando no a la reflexión más inquietante y oportuna.

No deja de resultar sorprendente en estos tiempos en que casi todas las esferas del pensamiento parecen moverse en torno al relativismo más feroz aparezcan hombres de letras que desde el campo de la Poesía se expresen desde convicciones profundas.
Hombre de principios inquebrantables, Carlos Justino Caballero es un ejemplo claro de poeta entregado a su causa.
Su obra pivota en torno a una visión humanista del mundo que le ha tocado vivir y al que sirve con una sensibilidad fuera de toda sospecha.
Profesa una poesía limpia y descontaminada, una poesía destinada a abordar el corazón del ser humano mediante instrumentos líricos, en ocasiones, muy próximos al misticismo clásico. Una poesía, en fin, que no puede dejar a nadie indiferente pues alcanza la fibra sensible del lector más imperturbable.
Un mundo nuevo de voces, de registros y de sentimientos al aire se abre en estas páginas y emplazan al lector a una aventura literaria fascinante y variopinta, pues de todo ello hay en este libro que el querido y "desocupado lector" tendrá a estas horas en sus manos.

Pasen ustedes página.
Pasen y lean.

Vicente Fernández-Cortés

CHURRINCHES QUE REVUELAN


En la calidez de una casona reciclada
y en la sobriedad sin lujos de una mesa,
hay un agasajo a este año en que revuelan
churrinches en sus días.
Hay ojos que se miran en costumbre eterna
de mirarse, ignorando que existen los entornos
y en busca de sentires a sabiendas
del beso que espera ya en los labios
para acuñarse en este amor callado.
De algún lugar llegan sonidos envolventes
silenciosa sinfonía que se siente
sin que los ojos se hayan apartado
del profundo mirar que en sí se mira
y que late acompasado con el ritmo
de las propias pulsaciones.
Y todo es alegoría de experiencias,
sentires humanos más profundos
que en la vieja casona se transforman
en generoso sol que brilla
mientras revuelan los churrinches.


Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014

EL LAGO ESPEJO


Puede el agua ser espejo tan espejo,
en tan calma quietud que todo espeja
y con nítida visión nos lo regala
en un remanso de paz.
Ha cambiado el azul de sus hermanos
por una virtual metamorfosis
que cambia según los días y las horas
y aun sin azul, es hermoso lago.
Lago Espejo, lago Espejo, que he tenido
la fortuna de verme en tus aguas
y ver marcadas en ellas mis arrugas
y la sonrisa eterna de mi amada.


Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014

PARA EL QUE MIRA SIN VER



Para el que mira sin ver, la tierra es tierra, nomás.
Nada le dice la pampa, ni el arroyo, ni el zorzal.
Atahualpa Yupanqui.



En la siesta adormecida y sus fragancias
ardiente el sol, vertical sobre la tierra,
se distinguen los manzanos en rojo maduros
y las mentas ribereñas de mi arroyo enamorado.

Los perfumes de hongos del pinar cercano
llegan con la fuerza en esa siesta de febrero
donde los sauces regalan sus sombras,
a mi contemplación quieta y callada.

¡Qué fragancia de esa siesta!
Salpicada de colores, es calandria y es zorzal,
es frambuesas y es chañares
y es espinillos dorados en las piedras del peñón.

Es que no miro sin ver.

Y lo que veo me llena el alma de conmociones
y me las llevo conmigo porque suele suceder
que pueda necesitarlas cuando conmigo no estén…
ni la siesta y sus fragancias, ni ese febrero con sol.



Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014

MIS NOSTALGIAS AÑOSAS


Detrás de un cerro, otro cerro y después… hay otro más
parece que la tapera está muy lejos nomás.

Todos se miran iguales aunque existan diferencias
y la distancia incrementa ese tinte de apariencias.

El sendero de herraduras tiene siglos de pisadas
y yo pienso en el gauchaje caminando en madrugadas.

Envuelto en tarde con vientos, andando yo despacito
paso a paso acorto espacios entre mi ser y el ranchito.

Así en este mar de piedras, de espinillos y de talas
el viaje se está alargando, que acá no existen escalas.

Con una luna argentada o el sol quemándose en cobres
sombras o luces no cambian mis pasos lentos y pobres.

Cómplice del paisaje me distraigo en lo que veo
y yo no quiero cambiarlo pues cambiaría el deseo.

Y demora mi llegada al rancho que tanto quiero
no sé porqué las medidas de mi ansiedad van primero.

Pero ya voy a llegar, sólo contaba estas cosas
para acortar las distancias con mis nostalgias añosas.


Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia": 2014

ACEQUIA RAPTADA


Me raptaron la acequia cerro arriba.
Ya no baja cantando como otrora
y añoro con el mimbre su frescura,
su agua con mentas y mojarras.

La raptaron las sequías que secaron
las vertientes en las rocas de granito
ojos de agua cóncavos en piedra 
que ya no vierten su vida cristalina.

Cerro arriba, o más arriba en los cielos,
robaron la acequia que pasaba cerca mío
que dejaba oír lo apacible del murmullo
contando secretos de micas y de cuarzos.

Aún en invierno estabas antes, congelada,
y aún bajo el hielo eras hermosa…
antes de que alguien te raptara y lejos
lejos de mí, acequia, te llevara.


Publicado en mi libro "Desde aquella Strelitzia". 2014